Pulso Global
Por: Santos Salvador Cuevas
En los más de 100 días de bombardeos ininterrumpidos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Libia, cientos de edificios y viviendas fueron destruidas, mientras más de 1,270 personas han sido destrozadas por las bombas asesinas.
Llegaron amparados en una resolución, la 1973, del Consejo de las Naciones Unidas, cuyo fin estaba dirigido a garantizar el paralelo entre una zona de exclusión "para proteger a la población civil".
Todo la base legal de dicha resolución ha sido violada por diferentes vías y sin importar la opinión publica mundial, la ciudad capital, Trípoli, está a cientos de kilómetros de la llamada zona de exclusión, y sin embargo los principales edificios públicos de Trípoli han sido destrozados inmisericordemente, incluyendo los edificios del palacio nacional.
Ha la población civil le ha tocado, más que nadie, cargar las victimas, los muertes y heridos. La protección a la población ha sido sólo el pretexto o la pantalla en donde ocultan los vendaderos propósitos de las fuerzas agresoras contra el pueblo libio. Si alguien ha logrado el apoyo y la protección de la OTAN, han sido precisamente el bando armado que pretende derrocar al gobierno legalmente constituido, a los que se le ha facilitado todo tipo de ayuda en armamentos pesados, entrenamiento militar, apoyo logístico, mercenarios buscados y pagados por las super potencias invasoras, recursos económicos cuantiosos, en fin, todo de manera clara ante los ojos del mundo, sin importar la grandeza del cinismo, ni la hipocresía y la arrogancia, en fin de cuentas ellos tienen el poder de decidir en el mundo quien vive y quien muere, más aún, si de la carnicería habrá de salir la sangre negra o el petróleo que mueve la economía mundial.
Ante los criminales y agresores en Libia, es decir, ante la carnicería de la OTAN, la llamada Corte Penal Internacional (C.P.I), lo que es igual decir, la mascarada jurídica internacional montada y patrocinada por las potencias imperialistas del mundo, se han hecho los "ciegos" y, en vez de condenar a quien vino a agredir al de entre casa, pues, prefirieron emitir una "orden de arresto contra Muamar el Gadafi, su hijo Sair Al Islam y el jefe del servicio de inteligencia Abdalá Al Senusi".
El caso es insólito y vergonzoso.
Podrán usar la fuerza y toda la falsa del mundo, pero no podrán jamás pretender que vivimos en la época primitiva, en donde los primeros habitantes del suelo terráqueo estaban incomunicados y desinformados; ahora no, cualquier acontecimiento que pase sobre la tierra es sabido en fracciones de minutos al otro lado del globo. Es decir, el mundo sabe quienes son los invasores, quienes violan el espacio y la soberanía del pueblo libio. El mundo sabe quienes apoyan a los rebeldes y quienes bombardean al pueblo indefenso. Sabe el mundo que en Libia se han asesinado más de 1271 personas y que no son extranjeros, sino libios que vivían en paz en su territorio.
Entonces, la orden de captura nos parece que ha sido mal dirigida.
Es hora de que ya paren la carnicería sobre Libia. Es justo que a los libios se le permita buscar una salida política a su crisis interna, sin la presencia de la OTAN y sin el chantaje y la arrogancia de quienes hoy actúan como los amos del universo. El mundo quiere la paz, el mundo clama por la paz en Libia.
