24/4/11

Tranquilo Comandante: Cuando el mundo se acabe usted renacerá por siempre al paraiso de la humanidad

En esta semana que transcurre fui impactado de manera positiva por dos fuertes emociones, que me estremecieron e hicieron correr lágrimas por el surco de mi piel mulata. Leí con ansias y detenidamente la última entrega de las Reflexiones de Fidel, a propósito de la elección del nuevo Comité Central en el VI Congreso del Partido Comunista Cubano (PCC), en donde, con la brillantez de siempre, el Comandante Fidel Castro abordaba el caso, haciendo puntualizaciones históricas y comprometiendose a escribir "sobre otro importante acontecimiento que vino después" a lo de Playa Girón "todo antes de que el mundo se acabe".

El otro acontecimiento de mayor impacto aún, tuvo lugar en el seno del VI Congreso del PCC en el salón de convenciones de Cuba, en momento en que llegó el Comandante Fidel Castro, eso se vino abajo, como decimos aquí, pues los mil delegados de todo el país al Congreso de los comunistas cubanos, de manera espontánea, halados como por un magnetismo estremecedor, se pusieron de pies, dejando tronar en forma simultánea estruendosos aplausos de "Fidel" "Fidel" "Fidel" durante casi cinco minutos. Perdón, fueron más de mil, por que atraído por el mismo imán, por aquel torbellino de emociones revolucionarias, me toco levantarme y también expresar mi admiración, mi reconocimiento al valor, a la inteligencia, a la honradez, a la entrega sin vacilaciones a la defensa de los oprimidos del tercer mundo durante mas de 60 años. En ese evento vi caer las lágrimas en rostros femeninos y masculinos. Ese momento histórico guarda similitud con aquél de ya varios años en que, mientras Fidel  se dirigía al mundo en la Cumbre de La Tierra en Brasil, defendiendo el derecho de la humanidad a un medio ambiente sano, las decenas de dignatarios allí reunidos, halados tal vez por las mismas emociones del salón de convenciones cubano, se pusieron de pie y durante más de cinco minutos aplaudieron la alocución del Comandante Fidel Castro, y allí, por la pantalla de mi televisor, observé al Presidente de la potencia más poderosa del mundo, George W. Bush de Estados Unidos, compartir de pie aquel momento en aplausos cerrados hacia el hombre que tal vez más adversa, pero que de no hacerlo haría el ridículo o su imagen se presentaría como solitaria o aislada ante los ojos del mundo.

La humanidad toda le debe a ese hombre llamado Fidel Castro, fue su voz el clarín permanente que siempre tuvo presente para defender el derecho a la vida de los pueblos, de mil maneras denunció el carácter pernicioso del imperialismo, de la carrera armamentista, de la amenaza que implicaba a la paz la deuda externa impuesta por las potencias capitalistas a los países pobres. Fidel dijo presente siempre. Cuando los pueblos de nuestra América recibían el embate de las dictaduras sanguinarias, la revolución cubana estuvo ahí para solidarizarse con los luchadores por la libertad en Santo Domingo, Nicaragua, Venezuela,  Guatemala, El Salvador, Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Haití, Puerto Rico, Honduras, Costa Rica, Panamá, Huruguay, Paraguay y demás, o con Zaire, Angola, Sudafrica, Guinea, Mozambique, y demás, o con Kampuchea, Manila, Vietnam, etc. etc. Cuando las botas de 42,000 Marines estadounidense intervinieron en suelo dominicano en 1965, la voz de Fidel Castro tronó en los foros internacionales en apoyo a la constitucionalidad, la autodeterminación y la soberanía del país caribeño ocupado.

Fidel Castro encarna la dignidad y el ejemplo que necesitan los pueblos del Tercer Mundo para parir al hombre nuevo de que nos hablaba El Che Guevara. Se me ocurre parafrasear al comandante, si queremos expresar como sean los niños del futuro, digamos sin vacilación queremos que sean como Fidel; si queremos expresar como sean los hombres de la futuras generaciones, sin una mancha en su actitud, sin una sola mancha en su comportamiento, digamos sin vacilación queremos que sean como Fidel, digamos que sean hombres que vivan con dignidad, que amen la vida, que resistan la ignominia, que luchen por la paz y la libertad. Ese hombre a quien debemos amor, admiración y lealtad se llama Comandante Fidel Castro Ruz.

El reconocimiento que en misiva enviada,  hace el Presidente de China Hu Jintao, la nación más grande de la tierra, al líder cubano Fidel Castro, no tiene desperdicio. En ella reconoce "el respeto que con su ejemplo se ha ganado la revolución cubana" y reafirma "el compromiso" de ayudar a la consolidación y desarrollo del socialismo en Cuba. Ese reconocimiento es la expresión del sentir de muchas gentes, de millones de seres humanos a lo largo de los pueblos del mundo, a lo ancho de los cinco continentes del suelo terraqueo. 

A ese hombre y esa revolución le debemos gratitud y respeto.  Digo ahora a lo mejor lo menos trascendente, si algo lamento en este momento es el no haber alcanzado mi sueño de niño, el no poder estrechar su mano guerrera y expresarle de frente mi cariño, mi admiración,  mi afecto a ese hombre sinigual.

Comandante, usted tranquilo...cuando el mundo se acabe, delo por hecho, usted renacerá de nuevo en el paraíso de la humanidad que hoy lucha y no deja de soñar con mundo nuevo.    



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